VIAJE  POR  EUROPA  2.015

( 29 MAYO - 1 JUNIO 2.015 )

Estuve preparando este viaje con la única idea de visitar a un criador de Agapornis canus en Italia. Hacía mas de un año que le había reservado 4 parejas y le iba a llevar 3 ejemplares adquiridos en Loro Parque. La idea era viajar en coche hasta allí y volverme con ellas. Pero todo se "complicó" cuando un criador alemán ME RECORDÓ (sí, no me acordaba que le reservé, a la vez que al criador italiano, tres parejas de Agapornis canus, al igual que hice con otros 2 criadores mas que al final no me tuvieron nada disponible... (menos mal!!!)) que también le había reservado 3 parejas, y el problema era que ir en conche a ambos sitios iba a ser mucho tiempo para ir solo y mucho dinero.

Pensé en la posibilidad de ir en avión a un lugar y después ir al segundo criador, bien volviendo antes a España y luego partiendo al segundo destino, o saliendo desde el primer destino hacia el segundo y desde allí regresar a España. Pero presentaba el problema de tener que viajar en cada vuelo con muchos Agapornis.

Al final mi amigo José Luis, otro criador de loris de mi localidad, me dijo que estaría encantado de viajar en coche conmigo y así él aprovechaba para cambiar unos Trichoglossus forsteni a varios criadores en Francia y Holanda. Por tanto, planeamos el viaje para viajar los días 28 de Mayo a 1 de Junio e ir tranquilamente a visitar a los dos criadores de Agapornis canus para mí, y a dos criadores de loris para cambiar Trichoglossus forsteni para él.

Pero se ve que debíamos sufrir para realizar este viaje, porque mi compañero de trabajo tuvo que ser operado y yo no podía dejar la oficina sin atender durante tanto tiempo. Por tanto, empecé a mirar otras fechas pero es muy complicado hacer coincidir a tantas personas a la vez. Lo mas complicado era poder visitar en el viaje a los dos criadores de Agapornis: Si uno podía un fin de semana, el otro no podía o teníamos que visitarle a unas horas en las que nos descuadraba todo el viaje, el cual ya estaba calculado al milímetro.

No obstante, todo esto no serviría de nada si mi compañero no estaba en su puesto de trabajo con el alta médica, y la cosa, como siempre suele ser cuando ya se empieza con el pie izquierdo, se complicaba. De su operación salió bien pero empezó a tener fiebre. Le habían rozado un pulmón al operarle y tenía infección, lo cual le daba la fiebre, y por eso no podía abandonar el hospital. Pero también había gente que me decía que una operación de esas características le llevaría mas de un mes de baja, con lo cual ya se me descuadraban todas las fechas y todo el viaje. Al final sólo podía hacer el viaje en la fecha en la que había previsto al principio, del 28 de Mayo al 1 de Junio, cogiéndome también el día 2 para poder atender a las aves traídas... Pero mi compañero no "colaboraba" en la recuperación :-D)

Al final pude obtener un día de "asuntos propios", el Lunes día 1 de Junio, por lo que organicé todo el viaje con un día menos, saliendo el Viernes 29 a las 13:00 (cuando en el viaje inicial iba a salir el Jueves a las 11:00 al poderlo coger de vacaciones) y haciendo el viaje de regreso el Lunes 1 de Junio para ponerme a trabajar directamente el Martes 2 de Junio. Puse por tanto en conocimiento de estas fechas a los dos criadores de Agapornis canus con las horas a las que mas o menos podríamos llegar, y posteriormente avisamos a los dos criadores de loris a los que visitaba mi amigo en Francia y Holanda, a un criador de periquitos ingleses lutinos al que visitaríamos para recoger una pareja para un amigo en Navarra, y a otro criador de loris en Alemania al que visitaríamos camino de Italia para recoger un macho de Charmosyna josefinae para otro de nuestros amigos.... Un viaje de infarto, un señor "friki viaje".

         

Llegó el día de partida y mientras trabajaba me seguían llegando peticiones para traer algún ave a España, pero sin tiempo para recibir el dinero, se quedaron ahí. Y cuando llegó la hora, decidimos comer unas hamburguesas en una sala de mi trabajo para no tener que parar al poco de salir y, con media hora de retraso, emprendimos el viaje. Eran las 13:30 del Viernes 29 de Mayo y ya llevábamos media hora de retraso. No era mucho, si el resto del viaje transcurría según lo planeado. ¡¡¡ Ilusos !!!

Salimos desde Talavera de la Reina con dirección a Burdeos, en Francia. Por delante teníamos 820 Km., lo cual nos llevaría unas 7:45 horas. El inicio de un viaje de placer siempre es ilusionante ante lo que uno se encontrará, y este empezó así. Como suele ocurrir en este tipo de viajes uno habla del tema que concierne al viaje, así que estuvimos hablando sobre loris. Con la ilusión del viaje, hacíamos fotos a casi todo, por muy estúpido que nos pareciera.

                   

Llegamos a la frontera entre España y Francia por Irún y empezaron nuestros primeros "problemas". Retención nada más pasar la frontera. Estaban arreglando la carretera francesa y eso estaba ocasionando retenciones. Al final perdimos algo más de media hora. Lo "bueno" es que empezamos a conocer los peajes franceses. Para esto habíamos reservado el dinero que nos habían ingresado las personas a las que traíamos algún ave. Estábamos expectantes en si esos 200 euros iban a ser suficientes para todos los peajes que nos encontraríamos en el viaje.

Con la media hora de retraso en la salida del viaje, más la media hora en retenciones al entrar a Francia y una parada que hicimos, al final fuimos directamente al hotel donde dormiríamos para recoger las llaves, ya que a las 21:00 cerraban la facturación. El retraso era manifiesto y a las 21:15 nos llamaron para saber si llegaríamos (nos entendimos porque sabían algo de español... Menos mal !!!) Estábamos a media hora, por lo que no tardamos demasiado en llegar, recogimos la llave de la habitación y nos fuimos rápidamente hasta la casa del criador francés de loris, JG Totin. Allí José Luis iba a recoger un macho de Trichoglossus forsteni que necesitaba para formar una nueva pareja de esta especie.

Allí llegamos a las 22:00 horas (estaban a 13 km. de distancia del hotel, unos 15 minutos en coche. Algo más porque como suele suceder en todo viaje, había que perderse), dos horas después de la hora programada en un principio. Nos entendimos como buenamente pudimos, con un poquito de inglés por ambas partes y como era muy tarde no estuvimos demasiado tiempo de visita. ya tenía el macho de T. forsteni de José preparado en un transportín de madera. Quisimos cambiarlo a una jaula que traía José pero nos dijo el criador que no hacia falta, que ya era muy tarde y era mejor dejarlo en el transportín. Así lo hicimos tras comprobar que "estaba dentro", aunque poco mas pudimos ver por la falta de luz y que el transportín era muy bajo y el lori estaba agachado. Pero sí nos enseñó parte de su zona de cría a mano, en donde tenía algunas crías de lori, de yaco y de ninfas, pero lo que más nos llamó la atención fue su colección de insectos. Algunos estaban siendo "disecados" por él. Nos dijo que otros los compraba a todas las partes del mundo (sobretodo en África). Una magnífica colección con algunos insectos más largos que los loris.

Estuvimos en casa de JG Totin unos 20 minutos como mucho, y acto seguido volvimos al hotel con el macho de T. forsteni para José. Dejamos los pájaros con comida en el interior del coche. Eran ya las 23:00 cuando regresamos y todavía teníamos que cenar algo y ducharnos antes de dormir. Al día siguiente teníamos que madrugar y empezar la nueva ruta a las 6:00. Pero como sería normal en este viaje, comenzamos a la mañana siguiente con media hora de retraso sobre el plan inicial, así que a las 6:30 reanudábamos viaje, en esta ocasión camino de Holanda, pasando por París, un trayecto inicial hasta el primer destino del día de unos 1.120 km. y unas 10 largas horas de viaje.

         

         

Un amigo camionero de José nos recomendó coger la “A86” dirección Lille para bordear París (también me lo recomendó un compañero del gimnasio que había sido camionero) y evitar seguros atascos. Así lo hicimos pero a pesar de todo estuvimos muy parados en varios momentos, perdiendo más de media hora. Esto, unido a dos paradas que hicimos, una de ellas para desayunar, hizo que al primer destino ya llegáramos con dos horas de retraso del plan inicial.

         

         

Visitamos a Peter de Wilde en Holanda sobre las 17:30 horas y le dejamos dos hembras de Trichoglossus forsteni que le traía José Luis. No estuvimos mucho tiempo pero pudimos ver mediante fotografías que nos enseñó, la diferencia entre unos T. mitchelli y los T. forsteni. La mayor diferenciación se apreciaba en la cabeza ¡¡¡ cuando se les hacía una fotografía con flash !!! A los T. forsteni les aparecía la cabeza azul como la de un T. moluccanus mientras a los T. mitchelli se les mantenía igual. Y parece ser que uno de los ejemplares que le trajo José Luis era "más" mitchelli que forsteni.

Al terminar la visita, que fue también corta, cambiamos el macho de T. forsteni a la jaula de malla en la que traíamos a las dos hembras para Peter de Wilde, y en ese momento nos dimos cuenta que uno de los dedos traseros de una de sus patas lo tenía hacia adelante (aparentemente estaba roto). ¿Tal vez por eso no quiso el criador que lo pasáramos a nuestra jaula cuando lo recogimos en su casa? No lo podemos saber, pero sí se puede saber que ese dedo no se lo pudo hacer en el transportín y que ya venía así desde las jaulas del criador... Una mala jugada.

Desde aquí viajamos otros 88 km. más o menos (algo más de 1 hora de viaje) hasta Zwiggelte para visitar a Harrie Aardema, un (parece ser) reconocido y gran criador de periquitos ingleses lutinos. Allí debíamos recoger una pareja para traerla a España a un amigo. Gracias a una aplicación de mapas para móvil (Sygic, recomendada por otro amigo de José Luis) dimos fácilmente con la casa. Él apareció enseguida y entramos a su casa donde tenía una gran habitación con dos voladeros llenos de ejemplares lutinos y verdes (que entiendo serían portadores de "ino") y una pared con unas 20 jaulas vacías. Ahora los tenía de descanso.

Tardamos poco en que él cogiera la pareja que nos teníamos que llevar y la pusiera en uno de mis transportines. Por eso media hora después nos pusimos de camino a nuestro tercer y último destino del día, el domicilio de Helmut Feldker en Kerttenkamp, para recoger tres parejas de sus magníficos Agapornis canus canus. Pero volvimos a perder algo de tiempo porque en un pueblo cercano a Zwiggelte nos encontramos con la carretera principal cortada por obras y tuvimos que callejear un poco por las calles del pueblo hasta que el GPS del móvil encontrara un itinerario que no nos llevara de nuevo a la calle cortada (en dos ocasiones lo hizo). Cuando por fin lo logró nos pusimos en marcha, disfrutando como habíamos hecho desde que entramos por Holanda de las vistas desde la carretera. Uno que está acostumbrado en estas fechas al "amarillo" de La Mancha no deja de disfrutar al ver todo tan verde, esas granjas con las naves tan grandes y las zonas de cultivo que a veces se pierden de vista al llegar hasta un bosque. Allí, tal y como ocurrió en mi viaje a Alemania en 2011 para adquirir ejemplares de Agapornis lilianae en los inicios del Proyecto "Anillos del Jaral" junto a mi "sobrino" Alejandro, no dejaba de ver bosque o cultivos y granjas. Un gustazo que disfrutaba gracias a que José Luis se estaba dando el "palizón" conduciendo, que hay que agradecer pero que también le dije de turnarnos pero no quiso. Quería llevarse él la "machada" de hacer todo el viaje conduciendo :-D)

         

Cuando llegamos a Kettenkamp estaba ya anocheciendo y lo hacíamos casi a las 22:00 horas, hora y media o dos horas de retraso sobre el horario previsto. Helmut nos recibió con una tablet en la que había descargado el traductor PONS para poder comunicarnos traduciendo en español y alemán (que le comenté que era el que empezaba a utilizar yo y que parece ser es más efectivo en las traducciones que el de Google), y gracias a eso pudimos entendernos un poco.

              

No hubo tiempo para mucho pues no había luz. Nos quiso enseñar el interior de sus instalaciones pero fue imposible porque nada más abrir la puerta, los Agapornis canus empezaron a revolucionarse y no quiso molestarlos. No eran horas para hacer visitas y menos para estar molestando a los pobres Agapornis. Una lástima porque hubiera sido fantástico, pero es lo que tiene llegar a estas horas. Por eso estuvimos poco tiempo fuera observando sus instalaciones y entramos a su despacho, con un gran ventanal orientado precisamente a esas instalaciones que puede ver en cualquier momento, y allí tenía separadas mis tres parejas. Ejemplares de finales del año pasado y con un gran porte y coloración. De hecho retrasé mi viaje a estas fechas porque él quería que los Agapornis mudaran completamente para resistir mejor le viaje de vuelta a casa.

Tras recolocar a los 3 Agapornis canus que llevaba para Roberto Zuffoli, pusimos los de Helmut Feldker en las jaulas que llevaba, con comederos y bebederos amplios pues al haber sido criados en voladeras no estaban acostumbrados a los comederos y bebederos de jaulas pequeñas. Y después nos marchamos. Ya eran las 23:00 y teníamos que irnos al hotel en Ankum, que estaba a sólo 7 km., unos 10 minutos. Allí nos duchamos, cenamos y nos acostamos enseguida pues al día siguiente tocaba madrugar de nuevo para partir rumbo a Italia, haciendo una parada a la mitad de trayecto para recoger un lori para un amigo.

         

         

     

Teníamos pensado salir a las 6:00 de la mañana del Domingo día 31, pues teníamos unas 14 horas de viaje, con una parada en Überlingen, Alemania, a mitad de la ruta. Pero a eso de las 4:30 de la mañana ya entraba mucha luz por la ventana de la habitación y nos despertó. Estuvimos algo más en la cama pero a las 5:30 estábamos en pie preparándonos para empezar la marcha. Tocaba recorrer otros 720 km. hasta Überlingen, casi 7 horas de viaje. Tras abandonar el hotel, hicimos alguna que otra foto a alguna calle del lugar y nos marchamos. Y como venía siendo desde que entramos en Holanda y Alemania, era agradable, y más con el frescor matutino, disfrutar de los parajes por que íbamos pasando. Estos tramos por carreteras secundarias nos ofrecieron paisajes tranquilos y relajantes que desde las amplias autovías no se divisaban. Para llegar a Kettenkamp atravesamos bosques en los que no se veía el cielo por la frondosidad de los árboles a ambos lados de la carretera. Son momentos de paz y relax. Pero uno no se puede relajar, el trayecto es largo y hay que seguir el camino.

El criador que visitaríamos en Überlingen, Dieter Schäfer, nos iba a dar un macho de Charmosyna josefinae para un amigo, y tenía otra pareja, con la hembra algo desplumada en el pecho, a la venta. Estuvimos durante bastante tiempo desde España viendo la posibilidad de adquirir esta pareja. Una de las opciones era la de intercambiarla por mi macho de Phigys solitarius. A mí me será complicado encontrar una hembra para él pronto, y tal vez tarde un año, y de este criador me dijeron que tenía unas instalaciones muy amplias y él nos dijo que una pareja suya no le criaba porque la hembra no aceptaba al macho. Así que yo ofrecí este cambio pero al final no hubo acuerdo. Por eso sólo íbamos a por el macho para mi amigo.

    

Cuando llegamos, el GPS nos paró justo al lado de la casa, pero nosotros no dábamos con ella porque no se veían números en las puertas y porque llevaba una fotografía sacada de Google Map pero no era la casa correcta. Y al final el criador fue quien nos avisó saliendo de su casa y llamándonos. Entramos a la casa con el trasportín, saludamos a su mujer, y ya en el salón tenía unas jaulas de más o menos 1,5 metros de largo en donde tenía una pareja de crías de Phigys solitarius y un ejemplar de Charmosyna josefinae. Más tarde vi un mueble que lo usaban como jaula, con malla en el frontal. Un mueble en el suelo de una altura más o menos de 1 metro. Parecía que estaban ahí como en un zulo. Lo que me alegró al entrar en ese salón fue ver a los Phigys y darme cuenta que el tamaño era idéntico al de mi macho. Por tanto, yo estaba equivocado o me pareció demasiado grande el que vi en Loro Parque. Mi macho de Phigys solitarius tenía un tamaño normal.

            

              

Salimos fuera de la casa por la puerta trasera a una pequeña terraza y allí ya tenía dos voladeros. En una había una pareja de Lorius domicellus. Un aviario de más o menos 2 metros de largo con una pequeña caseta para resguardarse. En la segunda, mucho más amplia y con vegetación, había Ruiseñores del Japón, Viuda del paraíso, y una pareja de Carduelis cucullata con dos crías. Tenía mucha vegetación y se encontraban muy a gusto. Tenían una pequeña ventana que daba a un pequeño cuarto en el que, en invierno, según Dieter, estaban a 25ºC. La sorpresa fue cuando nos mostró un ejemplar híbrido de Vini peruviana por Vini australis... ¡¡¡ Resulta que era el mismo que yo vi en La Palma en el año 2.012 !!! Se lo había traído el criador junto a otros loris, como una pareja de Vini australis, otra de Phigys solitarius o la de Lorius domicellus, y estaba allí. Era hembra, y el macho era un Vini australis que parece que falleció al poco de llegar. Si ya en 2012 me dijeron que tenía unos 16 años, ahora estaba ya en los 19 años. Que grata sorpresa haberlo encontrado nuevamente allí.

         

Tras tomar un café nos empezó a enseñar sus instalaciones. Primero rodeamos la casa pasando por un jardín con un pequeño estanque, no muy cuidado (a mi parecer), pero agradable. Ya lo quisiera mío. Allí tenía unas instalaciones que recuerdo algo destartaladas, algunas puertas reforzadas con algunas varas de madera contra el suelo. En fin, no parecía el lugar idílico para mi macho de Phigys solitarius. Al instante agradecí no haber hecho el cambio. En estas jaulas exteriores tenía una pareja de Pseudeus fuscata naranja, otra pareja de Lorius domicellus, otra pareja de Charmosyna goliathina y otra más de Eos bornea.

          

Tras ver lo poco que tenía en estas jaulas exteriores nos llevó a sus jaulas interiores, en dos habitaciones en el sótano. Allí las jaulas eran del mismo tipo y, salvo dos que tenían conexión a través de unas pequeñas ventanas con jaulas en el exterior, eran jaulas interiores de diversas medidas y me dio la sensación de que estaban colocadas como si fuera el juego del "Tetris", osea una jaula en cada hueco que quedaba tras construir otra. Algunas eran amplias desde el techo hasta el suelo, otras estaban sobre otras jaulas, de las que daban al suelo algunas eran de sólo un metro de altura y había que agacharse para observar que loris había dentro (como el del mueble que había en el salón en el que se puso una malla en el frontal pero no dejaba de ser un mueble bajo en el que había un lori casi a oscuras). Volví a pensar que mi Phigys solitarius tuvo "suerte" de que al final no lo llevara. ¡Qué confundido estaba el que me dijo que sus aviarios eran muy buenos y amplios!

         

En estas dos habitaciones tenía 1 ó 2 parejas de Charmosyna josefinae, Charmosyna goliathina, Psitteuteles goldiei, Psitteuteles iris, Vini australis, Phigys solitarius, y algunas crías de algunas de estas especies. También tenía una pareja de Chalcopsitta scintillata (procedente del criador alemán de La Palma de donde venía el híbrido de V. peruviana), pero la hembra estaba ciega. La sacaba de su minúscula jaula sin que le picara ni intentara escapar. La jaula era pequeña, de un metro dde altura sólo y que estaba sobre el suelo, con mas jaulas encima de ella.

Vimos también el macho de C. josefinae que nos íbamos a llevar, y cierto es que en principio se veía a todas las aves sanas. Pero ya sabemos cómo son los loris de "guarros", y a eso se veía que por el suelo, donde el criador suele echar viruta, había muchísimos tenebrios. Cierto que el criador se lo ponía a todos, pero eso no quita que hubiera tanto por el suelo y pudiera tener un poco más de control e higiene. Otro tipo de alimentación, a parte de los tenebrios y el néctar casero (según la receta del Sr. Neff) que les daba, eran el maíz (del blando que se compra en latas) junto con pasas remojadas durante la noche. Parece ser que se lo da a todos sus loris y lo aceptan. También veía que les da manzanas.

De las crías que tenía nos enseñó una recién nacida de P. goldiei, y también algunas de 4 ó 5 meses entre las que había una parejita en una de las "mini-jaulas". Le pregunté el precio de la pareja, pues ya de antemano, mientras mi amigo, el que le encargó el macho de C. josefinae, mantenía contacto con él para tratar el tema de este macho de C. josefinae le preguntó por que otras cosas tenía disponibles y le dijo los precios baratísimos de los P. goldiei. Y me dijo más o menos lo que me esperaba. Era un precio inmejorable y poco tuve que insistir a José Luis al verle su expresión en la cara. José Luis ya conocía esta especie al ver una pareja en el Concurso nacional que se celebra a principios del mes de Diciembre en nuestra ciudad, y era una especie que, al igual que a mí, le llamaba la atención. Al final acabó comprando dicha pareja. Así que teníamos que pensar cómo llevarlos y al final fueron en uno de los trasportines de madera junto al C. josefinae.

Entre las conversaciones que intentábamos tener le comenté que yo ahora iba a adquirir una hembra de Eos reticulata en Italia, la cual recogeríamos en el viaje de vuelta el Lunes hacia España, y que tenía reservadas dos crías que esperaba poder tener a finales del mes de Septiembre. Dieter se interesó enseguida por ese tema y me dijo que él quería una pareja de Eos reticulata, y a cambio me dijo que me daría una pareja de Vinis australis o una pareja de Phigys solitarius. Me asombré por el cambio que estaría dispuesto a hacer, pero supongo que al igual que aquí un ejemplar de T. moluccanus puede estar en 200 euros mientras en Holanda y Alemania puedan caer hasta los 130 euros, pasaría justo lo contrario con los Eos reticulata y que en estos países se pagaría más por esta especie que en España. Yo, por supuesto, encantado con este cambio. Se lo dije y me hizo prometer que le avisaría cuando tuviera estas dos crías que tenía reservadas. Aunque hay que tomarlo con cautela pues no sabría cómo haríamos el cambio, sí me gustaría adquirir una pareja de Phigys solitarius. Si así fuera, podría emparejar a mi macho y ya buscaría una hembra para el macho que me llegara. Y si así lo consigo, tal vez la caseta la ocuparía sólo con Phigys solitarius, descartando la idea de una colonia de Loriculus galgulus. Incluso tal vez no tuviera que buscar una pareja para él, y sólo con uno de los dos ejemplares que adquiriría a finales de verano pudiera interesarle para cambiarlo por una sola hembra de Phigys solitarius y así simplemente completar una pareja de esta especie con mi macho viudo.

Tras prepararnos Dieter algo de néctar para los loris, darnos unas manzanas para el camino y coger a los tres loris que nos llevábamos, nos hizo los documentos de cesión y nos marchamos. Nos habíamos quedado mucho más tiempo del programado en esta visita y ya llevábamos dos horas de retraso. Está visto que estos viajes son así, uno se hace sus planes, cronometra todo al milímetro para aprovechar mejor el tiempo, pero siempre se necesita mas tiempo extra para las propias visitas, como ya me pasó en el 2.011 cuando viajé a Alemania a por Agapornis lilianae.

Si esto no fuera poco, cuando me descargué la aplicación Sygic en el móvil se me olvidó descargarme el país de Austria, por lo que cuando tras salir de casa de Dieter nos paramos para poner la ruta en mi móvil me di cuenta de este error mío. Para llegar a Italia teníamos que pasar por este país, pero la no haberla descargado, nos buscaba un itinerario mas largo pasando nuevamente por Francia. Miramos si en el móvil de José Luis podíamos poner la ruta, pero se actualizaba demasiado despacio. Por tanto decidimos echar adelante poniendo sólo la ruta del camino de Alemania y una vez llegáramos a la frontera utilizar los mapas que me había sacado con el Google Map. En esto ya habíamos perdido otra media hora, pero no sería la última ya que al poco de andar nos vimos inmersos en una retención que parecía que iba para largo. Allí ya contacté con Roberto Zuffoli para decirle que no nos esperara a cenar pues no sabíamos cuando íbamos a llegar. Lamentablemente luego nos enteramos que nos perderíamos una barbacoa.

 

Estuvimos otra media hora más en la retención hasta que, hartos de ver como todos los de delante se iban dando poco a poco la vuelta, decidimos hacer lo mismo y meternos por cualquier carretera hasta que el GPS del Sygic nos mandara por otro itinerario que nos hiciera evitar la retención. Y lo logramos. Seguimos adelante y al poco tiempo pudimos ver donde estaba la retención y lo larga que esta era. No supimos si fue un accidente, pero todo hacía pensar que sí pues antes de llegar a esa retención vimos alejarse a un par de ambulancias y un camión de bomberos.

Überlingen está en Alemania al lado de Obensee, la parte más grande del Lago Constanza, que está como frontera entre Alemania, Suiza y Austria. Por eso lo bordeamos y pudimos ver lo que me pareció (por la gente que había por allí) lo que eran pueblos típicos de vacaciones y que algunos estaban precisamente en fiestas. Bordeamos todo el lago y empezamos a meternos en los Alpes. Y nos encontramos con otro contratiempo, varios de los túneles estaban cerrados y tuvimos que tomar las carreteras de montaña, lo cual nos retrasó algo más. Al final por fin nos ayudó el GPS en el móvil de mi amigo, que aunque se "colgaba” de vez en cuando, terminamos encontrando nuestro camino y logramos llegar de nuevo a la autovía para atravesar los Alpes austríacos por esos grandísimos e interminables túneles camino hacia Italia.

              

Hicimos ya un alto para descansar cuando aún nos faltaban unas 4 hora, y estaba atardeciendo. Aún no habíamos abandonado Austria. Íbamos a llegar cerca de la 1 de la noche, cuando siempre les había dicho que llegaríamos sobre las 22:00 horas. Vamos, un desastre. En este descanso dimos algo de néctar a los loris que llevábamos pues ya no pararíamos hasta que llegáramos a nuestro destino, Formignana, en Italia, y ya estaba visto que llegaríamos justo para acostarnos.

Entramos a Italia desde Austria por la localidad de Brenner/Brennero, y aún quedaban otras tres horas y media. Y ya desde que anocheció yo empecé a sentir cansancio por primera vez en el viaje. O tal vez fueran los nervios al ver que llegábamos a casa de Roberto a esas horas tan tardías. Nos había invitado a dormir en su casa y no eran horas para llegar. Supongo que en un viaje tan largo surgen inconvenientes e imprevistos, pero yo me sentía mal por hacerles estar despiertos a esas horas y sobre todo por no haber podido cenar con ellos.

Cuando por fin llegamos a Formignana no dábamos con la calle. Yo había sacado en Google Map unas fotografías de la calle pero estábamos justo al otro lado de ella y no lo reconocía. Al final pregunté a tres personas que pasaban por allí y gracias a que uno hablaba español pudimos situarnos y nos indicaron como llegar a ella. Y allí nos estaba esperando Roberto, al que habíamos llamado para avisarle que no encontrábamos la calle. Nos esperaba en donde él me dijo que me esperaría cuando le llamé. Llegamos por tanto a su casa a la 1:00 de la noche. Y allí saludamos a su mujer.

Dejamos a todas las aves en su garaje, separando los que yo le traía, tanto los tres desde mi casa como la pareja procedente de Helmut Feldker que yo le dije que le cedía tras haberse muerto dos de las hembras que le tenía reservadas en casa. Allí también pudimos ver las jaulas que tenía con ejemplares de Agapornis canus y taranta para los próximos concursos que habría después del verano, y tras indicarnos cual era nuestra habitación y donde estaba el baño para darnos una ducha, quedamos en vernos a las 8:30 de la mañana siguiente y nos despedimos. Por supuesto me pegué una buena ducha, cené algo de lo que llevábamos en las maletas y me acosté enseguida. Fue agradable dormir con la ventana abierta, lo cual hizo que me despertaran los gritos de algunos Agapornis que tenía Roberto en el jardín. Ya había amanecido pero faltaban aún algunos minutos, por lo que estuve disfrutando del resto del descanso y escuchando a los Agapornis, que no parecían ser canus.

    

Cuando bajé a la cocina a las 8:30 estaban allí Roberto y su mujer, y sus dos hijos. Yo pensaba que iba a ser más complicado entendernos, pero al final no estuvo mal la cosa. Entre un poco de inglés y el poder hablar en español porque algo me entendían pudimos comunicarnos sin "problemas". Estuvimos charlando de varias cosas y conocí a  "PIPPO", el macho de Agapornis canus papillero que tenía Roberto en una jaula en la cocina junto a una hembra que estaba incubando. Lo sacó de la jaula y lo tuve sobre el dedo. Una hija de "PIPPO" me iba a traer para emparejar con mi macho canus canus de 2.008 (éste ya tiene unos 7 años).

         

A la media hora bajamos para ver sus Agapornis. Miré a todas mis aves para asegurarme que estaban bien y puse néctar nuevo a los loris. Después estuvimos viendo a los Agapornis que Roberto tenía allí y que algunos de ellos estaban reservados para los futuros concursos de este año. Había Agapornis taranta y Agapornis canus y ablectanea. Yo me quedé entusiasmado con sus canus canus. Me parecen los más bonitos de esta especie. Desde luego que no me sorprende que haya sido campeón y mejor ejemplar de varios concursos a los que ha asistido. Son unos ejemplares magníficos (dentro de mis limitados conocimientos de esta especie). Y aquí también tenía los 8 ejemplares que me iba a llevar. Dos parejas de Agapornis canus canus y otras dos parejas de Agapornis canus ablectanea (decir que ahora mismo no se puede hablar de ejemplares puros pues siempre se han hibridado ambas subespecies y están tan mezclados todo que sólo con la selección se puede lograr acercarse a lo que pueda encontrarse en la naturaleza).

Pero su zona de cría estaba en otro lugar, una habitación al otro extremo. Allí pude ver las jaulas con las parejas reproductoras tanto de Agapornis canus canus y Agapornis canus ablectanea, como de algunas de Agapornis taranta en ancestral, en verde D y Verde DD. Y en los Agapornis canus había algo en especial que  ya conocía por Facebook, unos machos arlequines, con algunas manchas amarillas en su cuerpo verde. En estos momentos uno de ellos tenía 4 huevos fecundados en el nido.

               

También nos mostró cuatro jóvenes ejemplares que podrían ser una mutación. Yo apenas apreciaba una leve diferencia en el verde del cuerpo, pero comentaban que podría tratarse de misty en los A. canus. El tiempo lo dirá.

Llegó el veterinario para hacer los documentos TRACES para poder llevar con tranquilidad mis 8 ejemplares. Hablaba algo de español y comentó que su hija vivía en Gijón. Cuando firmó todos los documentos y se marchó, nosotros empezamos a pasar los Agapornis canus a mis transportines. Como siempre, se estaba echando el tiempo encima y ya habíamos pasado algo el tiempo estimado para salir de vuelta a casa. En este momento Roberto llamó a Renzo Pirovano, un criador de loris en Milán al que le había reservado una hembra de Eos reticulata. Había quedado yo antes de empezar este viaje en que iría a recoger dicha hembra a Brescia, en una de las salidas de la autovía. Dicho "desvío" de la ruta inicial sólo nos iba a ocasionar media hora de retraso. Pero como suele ocurrir siempre, y ya nos venía ocurriendo en todo el viaje, abandonamos el domicilio de Roberto Zuffoli más tarde de lo calculado. Por delante teníamos unos 177 kilómetros y 2:15 horas de viaje. Yo había sacado mapas en Google Map, pero la aplicación Sigyc nos volvió a ayudar a la perfección y nos llevó hasta el lugar de contacto.

En la salida norte de Brescia nos estaba esperando Renzo Pirovano. De hecho, si no llega a ser por él que se nos acercaba al coche mientras estábamos mirando el mapa sacado por Google Map para ver por donde debíamos seguir, pues pensaba que nos estaba esperando en otra parte del parking, nos hubiéramos alejado demasiado y no nos hubiéramos encontrado. A Renzo ya le compré una pareja de Charmosyna goliathina rojos hacía unos años. Ahora, allí en su coche, tenía a la joven hembra de Eos reticulata. Preciosa. Ya había visto esta especie en Loro Parque y en este momento sentí una gran felicidad al ver que iba a adquirir mi primer ejemplar. Un gran desembolso para mí, y más cuando aún tengo que terminar de pagar las ventanas de la caseta "El Gonjo" y terminar de colocar el suelo, los azulejos en las paredes y las jaulas interiores y exteriores. Pero ha merecido la pena. Es mi primer ejemplar de esta magnífica y bella especie, y en Septiembre u Octubre espero la llegada de otros dos ejemplares. Será la especie que completará las pajareras que tengo libres en el exterior. La idea es tener tres parejas. El tiempo dirá si las aumentaré.

No perdimos mucho tiempo en la salida de la autovía a la altura de Brescia, pero era media hora más de retraso. Allí almorzamos algo y emprendimos el viaje de vuelta a casa. Teníamos por delante 1.790 Km. y unas 17:30 horas. El problema es que mirando todo este tiempo, iba a llegar muy justo a empezar a trabajar el Martes a las 8:00 horas. El tiempo era justo pero había que sumar el tiempo que perderíamos en las paradas de los peajes, para echar gasolina y para comer algo. Ya me veía llegando tarde a trabajar, y la oficina estaría cerrada pues mi compañero seguía de baja por enfermedad.

En algunos momentos se nubló el cielo y eso se agradeció ya que aunque llevábamos aire acondicionado en el coche, el sol directo nos calentaba demasiado allá donde nos diera. Incluso nos cruzamos con algún camión español de la empresa donde trabajaba mi compañero de viaje.

    

Por la tarde pasamos al lado de Mónaco y Niza. Una autovía con bastantes túneles al pasar por montañas al lado del mar, pero también con numerosas curvas. Acabé cansado de esa carretera, y no pudimos hacer una parada para ver Mónaco o Niza porque entonces sí que llegaría tarde al trabajo. Además, cruzando nuevamente Francia tuvimos que volver a pagar los peajes. Se nos fue más de 200 euros sólo en los peajes de Francia.

Cuando de noche entramos nuevamente en España sentí la sensación de estar ya en casa. Al menos podíamos llamar con tranquilidad y teníamos datos en el móvil, y tres días sin datos hizo que los móviles estuvieran sonando durante un buen rato. Era sobre las 12 de la noche y ya no íbamos a molestar en casa con llamadas, pero al menos algún mensaje para avisar que seguíamos enteros, aunque también empezando a sentir el cansancio acumulado. Ya no había aves que ver ni esa ilusión por verlas. Lo que sí había, por mi parte, era tener que llegar justo a la hora para empezar a trabajar la próxima mañana a las 8:00. En principio llevábamos media hora de margen, pero paramos a cenar algo y se nos fue el tiempo. No íbamos a correr por eso, pero ya los nervios por llegar a tiempo (mi compañero de trabajo no estaba y ya el lunes estuvo cerrado) se juntaban con el cansancio. Llevábamos 18 horas de trayecto y aún quedaban otras 6 horas más.

Pasamos Guadalajara y paramos a medio camino de Madrid para echar por última vez gasolina y "desayunar" algo. Seguíamos "perdiendo" el tiempo que habíamos "ganado" en carretera, pero las cuentas seguían diciéndonos que podríamos llegar a la hora justa para que yo pudiera empezar a trabajar. Cuando reanudamos el viaje y empezamos a acercarnos a Madrid empezamos a ver coches y más coches. Eran las 6:00 de la madrugada y la gente empezaba a ir a sus trabajos. Empezamos a ir por la M-40 pero al ver que cada vez había más tráfico, le dije a José que saliera por una salida hacia la M-45. Daríamos un rodeo pero también habría menos coches. Y en caso de estar equivocado y también se llenara de coches, podríamos pasar a la M-50... Pero acertamos. Al poco de salir de la M-40 pudimos ver que en ella los coches se empezaban a parar, mientras que nosotros empezamos a ver que se "aclaraba" la carretera. Pudimos empezar a ir a una buena velocidad rumbo a casa... Mejor dicho, rumbo a mi trabajo.

Cuando llegamos a Talavera lo hicimos 10 minutos antes de la hora de apertura de la oficina. Pero las aves las tenía que poner en una habitación en el edificio de las oficinas, así que coloqué todos los trasportines y jaulas en el suelo de esa habitación, junto con las maletas, y hasta las 14:30 no podría llevarlos y soltar en sus jaulas en mi aviario. Esto ya se puede seguir en mi Diario, mes de Junio de 2.015.

 

He de agradecer a José Luis su compañía en este viaje. Gracias.

Avigon

02 / 06 / 15